Recolectar semillas nativas es una tarea fundamental para luego poder forestar y reforestar nuestra tierra. Toda semilla esconde dentro de sí un potencial bosque.
En general, la época de recolección de frutos es el otoño, pudiéndose extender hasta el invierno y conviene utilizar semillas de árboles de procedencia local, ya que que están mejor adaptados al ambiente en el que viven y permiten preservar las características genéticas de la región.
Lo ideal es colectar semillas de distintos árboles, para asegurar la obtención de variabilidad genética.
Al momento de seleccionar los árboles semilleros hay que evaluar la accesibilidad, que sean individuos jóvenes, de buen fuste, con abundante floración y/o fructificación. En la mayoría de los casos, los frutos deben cosecharse cuando están maduros, pero antes de que sean atacados por insectos, aves o que se dispersen.
Generalmente, se sabe que un fruto está maduro porque cambia de color y porque no requiere mucho esfuerzo retirarlo del árbol. Algunos árboles contienen frutos con alas que son arrastrados por el viento y llevados lejos como las de Quebracho colorado o de Tipa; otros poseen frutos carnosos como las bayas de Anacahuita o Calafate, que son consumidos por las aves y que deben ser cosechados con anticipación; y algunas especies tienen frutos que al secarse se abren expulsando las semillas como La Pezuña de vaca, el Blanquillo y el Sangre de Drago.
También debemos tener en cuenta que existen árboles nativos que presentan individuos masculinos y femeninos como el Sauce criollo, el Molle y el Ombú y, por ese motivo, podemos encontrarnos esperando frutos de un ejemplar que nunca los dará.
A la hora de salir a recolectar, es aconsejable llevar suficientes bolsas permeables para guardar los frutos y evitar la proliferación de hongos, así como rótulos de papel o cartón y lápiz negro (que no se borra con la humedad) para señalar fecha, lugar y especie de procedencia. También es útil disponer lonas o telas de media sombra bajo los árboles y sacudir las ramas utilizando una caña envuelta en trapos, para no dañarlas o emplear tijeras de podar y tijeras de altura.
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Fuente: www.semanadelarbol.org